EL “TXO”: Joven grumete vasco
Auténtico. Pintoresco. Encantador. Alegre. Estos cuatro adjetivos reflejan el espíritu del Puerto Viejo de Algorta. Muchos coinciden en que este bonito enclave, esencia del espíritu marinero, enamora a cualquier transeúnte que se adentra en sus callejuelas adoquinadas y empinadas. Sus tradicionales casas blancas de pescadores, restaurantes y bares típicos, rodeados por el mar Cantábrico, invitan a imaginar cómo vivían sus habitantes, pescadores de bajura y los lemanes algorteños, quienes ayudaban a los barcos a entrar y salir de Bilbao.
¿Quién era el Txo?
Al igual que en otros muchos puertos pesqueros de Euskadi, como Bermeo y Lekeitio, los marineros del núcleo pesquero de Getxo tenían entre sus tripulaciones a un muchacho aprendiz o grumete, quien era la persona más joven de la tripulación. En la costa vasca, a este aprendiz de las artes pesqueras se le conocía por el apodo “Txo”, apelativo cariñoso de la expresión popular: “mutiltxo” (mutil, chico o muchacho en euskera).
¿Cuáles eran sus funciones?
Hace más de un siglo, ser Txo era una salida laboral muy habitual en el mar Cantábrico. Sus labores, antes de lograr el rango de arrantzale- pescador en euskera-, pasaban por despertar a las tripulaciones al alba llamando de puerta en puerta y, además, tocar la campana situada en el balcón de una de las modestas viviendas del Portu Zaharra. También era quien reunía a los voluntarios y lemanes getxotarras para ayudar a los barcos a esquivar los arenales de la desembocadura de la ría de Bilbao.
Sin tiempo para tomar un respiro, debía remendar velas y atender las órdenes del patrón, y a medida que Txo iba adquiriendo conocimientos y se preparaba para ser como el resto de tripulantes, tenía permitido, cuando el mar estaba en calma, manejar el timón del navío.
Los aitites -abuelos en castellano- lo recuerdan con cariño, pues resume la esencia del marino algorteño: sencillez, versatilidad y responsabilidad. Miren Larrea explica en un poema la dura vida de un Txo en los comienzos del S. XX:
“ Los niños, un niño era el Txo,
a las tres de la mañana
se tenía que levantar
avisar de puerta en puerta,
para luego ir a la mar”
El enclave emblemático del municipio getxotarra ha querido homenajear a la figura del Txo dando lugar al actual símbolo de las fiestas del barrio, que consiste en un muñeco hecho a mano. Es así que, como todos los veranos, en las fiestas del Puerto Viejo algorteño (San Nicolás, 12 de agosto), la figura del Txo se convierte en el icono festivo con su llegada en barca al puerto. El broche final lo pone su quema en la parte del murallón para despedir a las fiestas hasta el año siguiente.
*Fotografía sacada entre 1918- 1920 y cedida por Marcos Bretos, dueño del bar Txomin, al Ayuntamiento de Getxo. En ella aparece su abuelo, José Bretos Lauzirica, arrantzale y marino de profesión (a la derecha con el jersey al hombro) con sus sobrinos grumetes.